Como psicóloga y como mujer, he visto —en consulta, en amigas, en mí misma— cómo el peso de la vida puede ir desgastándonos por dentro. Muchas veces lo vamos aguantando en silencio: la ansiedad que no da tregua, el cansancio que se vuelve parte del cuerpo, la tristeza que aparece sin explicación, o esa sensación de no estar cumpliendo con lo que “se espera de una”.
Por eso quiero hablarte de algo que necesitamos poner sobre la mesa: la salud mental de las mujeres. Quiero contarte cómo estamos en Latinoamérica y en Chile, qué está afectando nuestro bienestar emocional y por qué tantas de nosotras estamos viviendo con una carga invisible que no siempre se ve, pero que sí duele.
No se trata de patologizar la vida ni de etiquetarnos. Se trata de entender qué nos está pasando, por qué y cómo podemos empezar a cuidarnos.
Qué es la salud mental desde una mirada integral y positiva
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud mental como un estado de bienestar en el que el individuo es capaz de reconocer y desarrollar su mayor potencial, afrontar las tensiones normales de la vida, trabajar de forma productiva y contribuir a su comunidad.
Desde la psicología positiva, esta definición se amplía considerando también aspectos como la capacidad de establecer relaciones sanas, la resiliencia, tener un propósito y sentido de vida, y sentir satisfacción con la vida que llevamos. En otras palabras, no se trata solo de “no tener un diagnóstico”, sino de contar con recursos internos y externos para sostenernos frente a los desafíos.

¿De qué se enferman más las mujeres en Latinoamérica?
Diversos estudios en América Latina muestran que las mujeres tienen una mayor prevalencia de trastornos mentales comunes, especialmente aquellos vinculados al malestar emocional sostenido, los traumas y la desigualdad estructural.
Las principales problemáticas que afectan a las mujeres en la región son:
Trastornos de ansiedad: como crisis de pánico, fobias o ansiedad generalizada. Las mujeres presentan hasta el doble de casos que los hombres.
Depresión: altamente prevalente, muchas veces relacionada con la sobrecarga de cuidados, la falta de autonomía económica, el aislamiento o la violencia.
Trastorno de estrés postraumático (TEPT): derivado de experiencias traumáticas como abuso sexual, violencia intrafamiliar o de pareja.
Síntomas somáticos o psicosomáticos: dolores físicos, fatiga, problemas digestivos o menstruales sin causa médica clara, que expresan emocionalmente lo que no siempre se puede verbalizar.
Trastornos de la conducta alimentaria: como anorexia, bulimia o atracones, especialmente en adolescentes y mujeres jóvenes, influenciados por los mandatos de belleza.
Consumo problemático de sustancias: en aumento, sobre todo en mujeres que han vivido violencia o altos niveles de estrés.
Este panorama regional deja claro que la salud mental femenina no puede entenderse sin mirar los mandatos de género, la violencia, el trabajo no remunerado, la desigualdad laboral y la carga emocional que muchas veces asumimos desde niñas.

Salud mental de las mujeres en Chile
En Chile, según la OCDE, la esperanza de vida al nacer es de 83 años para las mujeres y 78 para los hombres. Sin embargo, eso no significa que vivamos más y mejor. Un estudio publicado en la revista Global Mental Health (Cambridge, Inglaterra) revela que, aunque las mujeres chilenas suelen vivir más, es más probable que experimenten síntomas depresivos durante una mayor parte de su vida.
A esto se suman desigualdades estructurales: menor acceso a la educación y al empleo a tiempo completo, sobrecarga de trabajo doméstico no remunerado y mayor exposición a la violencia de pareja.
En cuanto a trastornos ansiosos en mujeres chilenas, se observan altas tasas de ansiedad generalizada, crisis de pánico y fobias específicas. Muchas veces estos cuadros están ligados a la inseguridad económica, la violencia, la sobrecarga laboral y el cuidado de otros, sumado a la falta de tiempo y espacio para el autocuidado personal.
Otros trastornos relevantes incluyen el TEPT por violencia intrafamiliar, el trastorno adaptativo frente a eventos estresantes prolongados, y problemas de sueño crónicos que afectan el rendimiento y la calidad de vida.
La niñez herida y su impacto en la salud mental de las mujeres
No podemos hablar de salud mental femenina sin reconocer que muchas llevamos dentro a una niña herida. Experiencias tempranas de abandono, maltrato, violencia, negligencia o invalidación emocional dejan huellas profundas. Estas heridas no sanadas pueden manifestarse en la adultez como dependencia emocional, dificultad para poner límites, autoexigencia extrema, miedo al rechazo, ansiedad o depresión.
Si creciste en un entorno donde no te sentiste vista, protegida o escuchada, es probable que hoy tu sistema nervioso reaccione de forma más intensa ante el estrés. Y aunque la infancia no define todo nuestro destino, sí moldea en gran parte cómo nos vinculamos con nosotras mismas y con los demás.

Si estás pasando por un mal momento en tu salud mental
El primer paso es observarte a ti misma. Pregúntate cómo te sientes y reconoce si estás presentando síntomas que pueden indicar depresión: tristeza persistente, pérdida de interés o placer en actividades que antes disfrutabas (anhedonia), llanto fácil, sensación de vacío, cansancio extremo, alteraciones del sueño o del apetito, dificultad para concentrarte, sentimientos de culpa o inutilidad y, en algunos casos, pensamientos sobre la muerte o ideación suicida. Estos últimos son señales de alerta que requieren atención inmediata.
En el caso de los trastornos ansiosos, los síntomas pueden incluir preocupación constante, sensación de peligro inminente, palpitaciones, dificultad para respirar, tensión muscular o insomnio.
No normalices estos síntomas. Uno de los principales factores de riesgo es no consultar a tiempo o no hablar de lo que sientes. Si te identificas con alguno de estos signos, acércate a un profesional de la salud mental —psicólogo o médico psiquiatra— para que pueda evaluarte y acompañarte. Recibir apoyo oportuno puede marcar una gran diferencia en tu bienestar y en tu calidad de vida.

Cuidar tu salud mental es cuidarte a ti misma
Hablar de salud mental en mujeres es hablar de autocuidado y responsabilidad personal, pero también de exigir entornos más justos, libres de violencia y con acceso equitativo a recursos de apoyo.
Cuidar tu salud mental es elegirte cada día, reconocer tus límites, pedir ayuda cuando lo necesites y rodearte de personas y espacios que te hagan bien. No es un lujo, es una necesidad vital.

Soy Yasmina Hernández Mendoza, psicóloga y en el Centro Médico Trizano, en Temuco, acompaño a mujeres que desean sanar su historia, reconectar con ellas mismas y aprender a establecer límites desde el amor propio.
Agenda tu primera sesión y da el paso hacia una vida más auténtica, libre y en paz contigo misma. Sanar es posible. Estás a tiempo. No estás sola.



